Con motivo del Día Mundial de la Alimentación, que se conmemora hoy mismo, queremos hacer referencia a la injusta descompensación nutricional que sufren los niños de todo el mundo. Por un lado, un escalofriante dato: 10.000 niños mueren de hambre al día, mientras que España encabeza Europa en obesidad infantil con una tasa de cerca del 20%.
Ambos extremos, suponen problemas graves para la salud de los más pequeños y hay que luchar que la balanza se equilibre. Por ello, mostramos nuestro apoyo a organizaciones como “Acción contra el Hambre”, que ha lanzado una campaña destinada a sumar esfuerzos contra la dictadura del hambre. Con ella se pretende movilizar a la población en las redes sociales para denunciar los crímenes de esta dictadura y que se colabore con algunas de las armas disponibles para hacer la revolución capaz de derrocarla.
Y, por otra parte, desde el lugar que nos corresponde como profesionales sanitarios queremos recordar los riesgos de la obesidad infantil. A corto plazo son la aparición de hipertensión arterial y la elevación de los niveles de triglicéridos en sangre, dos problemas que pueden derivar en enfermedad cardiovascular.
Así mismo, hay riesgo de sufrir diabetes tipo II no dependiente de insulina, que es la forma de diabetes propia de la edad adulta y que hasta ahora era bastante extraño encontrar en la niñez.
Los niños obesos pueden presentar problemas a las articulaciones, sobre todo a las rodillas, que aguantan un peso que no corresponde a su edad, y también a la piel, porque se producen comenzadas y estrías que en situación de peso normal no aparecerían.
La obesidad también tiene en los niños repercusiones psicológicas, puesto que hay que tener en cuenta la posibilidad de ser el centro de las burlas de los compañeros, por la poca preparación en los deportes o por las dificultades que encuentran para vestirse.
Ante estas situaciones, el niño obeso quizás encontrará consuelo justamente comiendo más, y entrará así en un círculo vicioso.
La urgencia de adquirir hábitos alimentarios saludables
Los hábitos alimentarios se aprenden en edades muy jóvenes, y adquirirlos de forma correcta conducirá a una mejor prevención de la obesidad.
Todos los alimentos están permitidos si se toman con moderación. Evidentemente, algunos, más calóricos que otros, se tendrían que tomar en cantidades limitadas, como es el caso de las salsas de acompañamiento, los embutidos, los productos de pastelería… En cuanto a las bebidas, habrá que aplicar el mismo criterio. En caso de siete, hay que beber agua; cualquier otra bebida será permitida sólo de forma extraordinaria.
Tomarse en serio este lema: más movimiento y menos horas de televisión y ordenador
Se tendrá que valorar también el tiempo empleado para mirar la televisión y las horas ante la pantalla del ordenador, sobre todo si esto va acompañado de la presa de alimentos. El tiempo dedicado a actividades sedentarias se tiene que combinar con otros momentos para la práctica de uno o más deportes.
Cuanto más horas se ocupen en actividades sedentarias, más fácil será que aparezca obesidad.
Si el niño mantiene estos principios en su alimentación y los acompaña de la práctica regular de cierto nivel de actividad física, a buen seguro conseguirá mantener un peso adecuado a su talla. Todo esto comporta tiempo, paciencia y una fuerte motivación por parte del niño y la familia. Sólo un comportamiento alimentario y un modo de vida equilibrados servirán para luchar con eficacia contra la obesidad.
Fuentes: cofb.net, europapress.es y 20minutos.es